Promesa

Tú prometiste
no soltarme de tu mano
ni un segundo.

Y yo creo en tu ayuda.
Y te sigo como un ciego.
Sin miedo.

Me he sentido basura
pero en tus preciosas manos,
has reclamado tuyo el vertedero.

Me he sentido afligido
pero entre tus brazos infinitos,
he sentido el consuelo.

Me he sentido morir,
pero tú, por mí causa,
hace tanto que lo habías hecho.

Me he sentido sin amor,
sin dolor, sin sonrisa, con nada,
sin razón, sin techo...

Pero tú, desde siempre,
ya me habías arrullado en tu alma y,
prometido tu pecho.

[Isaías 41:13]



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